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Autoconocimiento Estratégico

carrera y empleabilidad gestión del cambio liderazgo personal Jun 08, 2023

Por Ninoshka Fasce

  

Al gestionar la carrera, poca gente se pregunta qué es lo que realmente quiere, qué es lo que disfruta hacer y en qué tipo de ambiente laboral.

Muchos ni siquiera son conscientes de estar gestionando su carrera cuando buscan trabajo o un ascenso o un cambio, salen de una situación que no les agrada para caer en otra que tampoco los llena, van por la vida evitando ciertas situaciones aversivas, sin saber que es lo SÍ quieren. 

 

Uno nunca deja de gestionar su vida laboral, sabiéndolo o no, muchos esperan que las oportunidades se den y las aprovechan si el imaginario colectivo les indica que es una buena oportunidad, como un ascenso o un cambio a una empresa más grande, sin preguntarse si es realmente lo que quieren. Persiguen los sueños de otros, pero no se detienen a pensar cuáles son sus propios sueños y menos aún cómo alcanzarlos, qué acciones tomar.

Existen algunas creencias al respecto: A más grande y conocida la empresa, es mejor; a más gente se tenga a cargo, es mejor y así por el estilo algunas creencias más, que pueden ser válidas para algunas personas, pero no para todas, aunque las asuman como ciertas.

Cuando se gestiona la carrera conscientemente, el primer paso es conocerse…. Para muchos puede ser de perogrullo, y se dirán que es obvio que se conocen, que pasan las 24 horas del día consigo; pero esto no necesariamente es verdad, ya que nos vemos a nosotros mismos a través del cristal de las creencias difundidas y no necesariamente válidas para nosotros.

Conocerse significa saber qué nos hace talentosos, dónde brillamos, frente a qué situaciones, cuál es nuestro sello y qué objetivos nos motivan. ¿O se puede ser talentoso sin motivación? 

 

Cuando se conoce lo anterior se puede, claramente, fijar el camino que se desea recorrer, para unos será ir en ascenso y tener cada vez más gente a su cargo, para otros será ser cada vez más experto en lo que hace, para otros formar una empresa propia y muchas opciones más. Para cada uno el camino que permita alcanzar la felicidad y calidad de vida será diferente.

 

Nada más frustrante que esforzarse para lograr algo que, al alcanzarlo, notamos que no era lo que queríamos.

 

Una vez que uno sabe dónde brilla - cuáles son sus fortalezas y dónde éstas se hacen notar - uno puede iniciar el recorrido conociendo la meta que persigue. Si uno no sabe hacia dónde va, es muy probable que se sienta perdido la mayor parte del tiempo, carecer de objetivo en la vida es una forma casi segura de alcanzar la infelicidad.

Al conocer nuestra meta personal, nuestro objetivo de vida y las herramientas que tenemos para alcanzarlo, podremos fácilmente reconocer las oportunidades adecuadas a nosotros, que no serán las mismas que las oportunidades adecuadas para nuestros colegas. Cada uno tiene herramientas diferentes, competencias únicas, que el no conocerlas, puede llevarnos a enfrascarnos en tareas para las cuales no somos aptos o nos demandan demasiada energía y simplemente no las disfrutamos, en cambio cuando aprovechamos las oportunidades para las cuales tenemos las competencias adecuadas, sentimos que todo fluye, que todo apunta al éxito, nos sentimos más valiosos, valorados y en definitiva brillamos. Por ello, si uno quiere brillar, es decir, ser reconocido como talentoso, debe primero conocerse a uno mismo.

Hablamos de autoconocimiento estratégico porque en base a lo que sabemos de nosotros es que haremos un plan de carrera pensado en el largo plazo, no nos limitaremos a conseguir un mejor trabajo la próxima vez que se nos presente la oportunidad, sino que haremos un plan de carrera basándonos en quién soy y a dónde quiero llegar.

 

Nada ocurre en nuestra vida sin que intervengan nuestras propias decisiones, uno decide, donde poner la atención, qué creer, qué pensar, y por lo tanto qué sentir.

Sin la existencia de una decisión no se da la acción, la acción nace de una decisión, o de la sumatoria de varias decisiones. Se decide salir de la zona de confort, salir del área de seguridad, se decide ampliar nuestro repertorio básico de conductas. Se decide confrontar, luchar contra los miedos que nos mantienen cómodos. O se decide, dejarse llevar, y ser esclavos de nuestros pensamientos automáticos.

 

Nuestro sistema nervioso no está diseñado para llevarnos al éxito, ni a situaciones placenteras. El sistema nervioso está diseñado para ahorrar energía y para evitar el dolor y en segundo lugar para perseguir el placer.

 

Es más importante para el sistema nervioso evitar el dolor que alcanzar el placer.

 

Hay dos procesos principales, que si los gestionamos correctamente nos impulsarán a tomar acciones que nos permiten sentirnos exitosos.

 Uno es el foco y otro es el miedo.

Sobre el foco Henry Ford decía que “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto.”  Esto debido a que nuestro sistema reticular ascendente, encargado de filtrar la información del entorno, trabajará al servicio de nuestras creencias, intereses y metas. Estamos rodeados de millones de estímulos y el sistema reticular ascendente filtra toda esa información, para evitar saturarnos, haciéndonos conscientes solo de la información que parece ser relevante. Es por ello por lo que exactamente la misma situación puede ser extraordinaria para uno y terrible para otro, cada uno le pone atención a un área o aspecto diferente del evento, evaluándolo, por tanto, de manera muy diferente.

Si creo que tengo las habilidades necesarias para alcanzar mis metas, mi sistema reticular buscará pruebas de mis capacidades para aumentar mi confianza y encontrará información que me impulse a alcanzar mis objetivos, verá la realidad con ojos de oportunidad. Si no creemos en nosotros y si no tenemos metas claras, el sistema reticular ascendente solo nos mostrará aspectos de la realidad que nos “ayuden” a ahorrar energía.

 

Por esto el esforzarse, salir de la zona de comodidad, innovar, no son acciones que haga la gran mayoría. Toda acción tiene el riesgo de tener un resultado negativo, por ello, muchos, consciente o inconscientemente evitan atreverse. Para activarnos es necesario decidir atender a las consecuencias positivas de las acciones, si no hay expectativa de consecuencias positivas, no habrá entusiasmo y por lo tanto no habrá suficiente energía disponible para alcanzar la meta.

Si se evalúa que el esfuerzo es mucho, el riesgo es grande y la probabilidad de éxito lejana, el esfuerzo será insuficiente por el temor al fracaso.

El sistema reticular se entrena a lo largo de la vida, para centrarse en los aspectos positivos de uno mismo, el entorno y el futuro, así como se entrena para encontrar lo negativo de uno mismo, las personas que nos rodean y lo que nos depara el destino. Si se ejercita en una u otra dirección, dependerá mucho de los mensajes recibidos por las personas que nos rodean, los libros que leemos, la información del entorno a la que prestamos atención, etc. Pero no es una tendencia determinista, podemos decidir cambiar la dirección del foco cuando queramos.

 

Los miedos existen para protegernos, para evitarnos el sufrimiento, pero en ese proceso pueden empezar a funcionar como obstáculo por sobreprotegernos, como una mamá aprensiva que no le permite a su niño alejarse de ella para mantenerlo seguro. El niño no se divertirá, ni hará amigos, ni aprenderá a ser independiente, pero eso sí, se mantendrá seguro. 

Algunos desarrollan incluso miedo al miedo, y termina ocurriendo que no se hace nada, no se emprende nada, no se arriesga nada.

El miedo no es malo por sí mismo, el reto es experimentarlo como una alerta de que debemos de ser cuidadosos, pero no detenernos. Muchas personas al tomar decisiones se basan en lo que quieren evitar y no ven el camino que los llevará a su área de contribución, a su desarrollo personal, a sentirse en plenitud.

 

La emoción “miedo” se da cuando interpretamos una situación como amenaza, es decir, nos indica que debemos tener un plan para enfrentar dichas amenazas, nos indica que nos será útil ver en detalle “lo que podría salir mal” y hacer algo al respecto, prevenir. Pero no abandonar nuestros planes, solo planear mejor. 

 

El proceso de decidir nuestras metas y objetivos es fundamental para desarrollarnos, para crecer. Brian Tracy afirma, incluso, que para alcanzar el éxito es imprescindible tener el hábito de actuar según objetivos y metas claramente definidos. 

 

“No importa de dónde viene; importa solo adónde va. Y solo usted y sus propios pensamientos determinan adónde va.”  (Brian Tracy)

 

Definir tus metas te ayudarán a focalizarte en lo que quieres y no en lo que no quieres, tener objetivos claros determina el camino a seguir y evita distracciones, quejas y búsqueda de culpables. Cuando te focalizas en el futuro, eres capaz de ver los obstáculos de antemano y anticiparte, puedes sentir que el miedo se asoma, pero tu foco te permite generar estrategias y el miedo no logra paralizarte.

 

Cuando uno está centrando su atención en lo que quiere lograr, es capaz de ver con mayor amplitud y profundidad, no ocurre que se topa de narices contra los obstáculos y la presbicia no le permite ver la verdadera dimensión y atributos del evento, teniendo que resolver todo sobre la marcha.

 

En 1979 Mark McCormack inició una investigación con estudiantes graduados del Harvard Business School. Se les preguntó a los graduados, si se habían fijado metas y si tenían planes escritos. El 3% tenía planes escritos, el 13% tenía metas, pero no las había escrito y el 84% no se lo había planteado. Diez años después, en 1989, los investigadores contactaron a estos mismos estudiantes y descubrieron que el 13% que, si se había planteado metas, ganaba en promedio el doble que el 84% que no lo había hecho, y el 3% que tenía sus metas por escrito ganaba diez veces más que el 97% de graduados juntos. La diferencia entre los tres grupos era sólo la importancia que le habían dado a sus metas y seguramente el grado de responsabilidad, que asumían con respecto a su consecución. Existen personas que saben que son responsables de sus decisiones, de sus acciones e incluso de sus emociones, otras que deciden no responsabilizarse de nada, que eligen ser espectadores en sus vidas. Esta segunda opción es más simple, permite mantenerse dentro de la zona de confort, permite no enfrentar los miedos, no afrontar los cambios, pero el costo es que uno no crece, no se desarrolla y será casi imposible que alcance el éxito.

 

Entonces partamos por generar los insumos para clarificar nuestras metas, nuestro propósito. Teniendo certeza sobre qué ofrecemos al mercado, en qué somos realmente buenos, qué nos motiva y cuál es la cultura organizacional donde calzaremos, podremos tomar mejores decisiones de carrera, decisiones estratégicas.