El Crecimiento está fuera de la Zona de Comodidad
May 12, 2023Por Ninoshka Fasce
¿A quién le gustaría navegar a lo largo de su carrera laboral por actividades que se disfruten, catapulten y además brinden experiencia capitalizable?
Si bien, cada vez son más las personas que tienen la inquietud de buscar un trabajo o actividad que los satisfaga, muchos aún creen que disfrutarlas es un mito, muchos aún sufren al tener que hacer tareas que no los llenan, soportar jefes que no los reconocen y peor aún no los respetan. Día a día se levantan con el despertador para, apurados, llegar a lugares donde no quieren estar, para relacionarse con gente que no les interesa y hacer tareas que no les gusta, para alcanzar objetivos que no les son relevantes. Esto acompañado de una sensación desagradable por sentir que no se merecen otra cosa, ya que la desmotivación no les permite agregar todo el valor que su potencial les permitiría en otro escenario y entran en un círculo de mediocridad.
Usualmente uno le dedica más de ocho horas al día al trabajo, si contamos los tiempos al ir y venir y las conversaciones de sobremesa al llegar a la casa, que suelen iniciar con la pregunta: ¿qué tal te fue en el trabajo? Y todo esto con la esperanza de jubilar y disfrutar los frutos de todo ese sacrificio, pero… ¿queremos empezar a disfrutar después de jubilar?
Al respecto Fernando Flores y John Gray afirman que este deterioro de las carreras profesionales es inevitable, dado que nuestras economías se basan cada vez más en el conocimiento, es por ello por lo que los conocimientos, por los cuales las personas son contratadas en un momento, dejan de ser relevantes al siguiente y sea necesario reemplazarlas. La producción de información crece de manera acelerada, por lo que es necesario tener estrategias de actualización para evitar la obsolescencia. Algunas empresas invierten en capacitación, pero otras esperan que los empleados auto-gestionen su vigencia, esperan que tengan la competencia de autodesarrollo, que cada vez es más valorada. En caso, el colaborador no se actualice, es reemplazado. Es por ello por lo que para tener una alta empleabilidad se requiere ser un espíritu emprendedor, la ley del mínimo esfuerzo ya no tiene cabida. Los individuos deben definir constantemente su rol en la sociedad, reinventarse. Lo cual puede, para muchos, significar dejar de lado un trabajo a tiempo completo por trabajo independiente, o freelance o proyectos.
Los “empaques” en los que uno puede ofrecer su capacidad de agregar valor varían, lo cual, con la actitud correcta, puede ser una excelente oportunidad.
Para quienes, todavía, es una aspiración el trabajo de por vida, donde hay que esforzarse poco y es posible mantenerse en la organización sin aportar valor, solo cumpliendo con las tareas básicas, esta nueva realidad puede ser una verdadera pesadilla.
No hay crecimiento para los que quieren mantenerse en su zona de comodidad.
Pero esta no es la realidad para todos, existen personas que disfrutan sus trabajos, que sienten que su trabajo tiene sentido, porque comparten los valores organizacionales, calzan con la cultura de la empresa y con el estilo de liderazgo de su jefe. Este grupo suele, además, sentirse reconocido, valorado y respetado y lo que para muchos puede sonar extraño, ¡se sienten motivados!, disfrutan su trabajo, tienen ganas de dar más del 100%, se comprometen, y por lo tanto sienten la satisfacción de alcanzar logros, que sin la motivación adecuada serían imposibles.
Las personas que se sienten motivados por su actividad laboral estudian, se actualizan, no esperan que la empresa los gestione, sino que gestionan ellos mismos su vigencia y lo hacen con gusto. ¿Quién no quiere obtener los mejores resultados en aquello que lo entusiasma?
Este segundo grupo es el más pequeño, el privilegiado. Son personas que apuestan por satisfacer sus intereses, sus pasiones, saben en qué contexto pueden brillar, saben en qué contexto pueden agregar valor y pasarlo bien al mismo tiempo.
Te preguntarás por qué cobra relevancia hoy día este tema, cuando las generaciones anteriores no se cuestionaban el estatus quo existente. Esto se debe a varios aspectos. Ocurre que años o incluso décadas atrás, muchas personas sacrificaban sus pasiones a cambio de la seguridad laboral, situación que para muchos era también “motivante” o al menos muy cómoda. Pero hoy en día, la seguridad laboral es solo una fantasía ya que las empresas no pueden garantizar su propia existencia, menos aún pueden garantizar la permanencia de sus empleados. Por otro lado, la tecnología obliga a mantenerse actualizado, no solo la digitalización nos invita a adquirir nuevas competencias constantemente, sino a hacer lo que venimos haciendo en materia de organización y coordinación de manera diferente.
La promesa de tener estabilidad y tranquilidad si uno se esfuerza lo suficiente, hoy en día ya no es válida.
Cada 3 a 4 años, en promedio, nos veremos enfrentados al desafío de mostrar nuestro valor al mercado. Tarea que algunos me comentan que puede ser super difícil, porque nadie se prepara para ello. Muchas personas no conocen el valor que agregan y refieren que ellos hacen solamente su trabajo y por lo tanto en las entrevistas se quedan sin argumentos, siendo que muchos son realmente geniales, pero no han aprendido a mostrarlo.
Aprender a gestionar la propia carrera profesional se convierte en tarea indispensable para tener acciones focalizadas. Algunas personas actúan, pero sin dirección, es decir, gastan esfuerzo y energía sin objetivos. Tener foco permite direccionar la energía y por lo tanto aumentar la probabilidad de éxito.
Dibujar el futuro que nos merecemos, tomando acción hoy, es la clave en la gestión de carrera.
Aprender a gestionar la carrera implica elevar el autoconocimiento, poder responder a las preguntas: qué ofrezco al mercado, cómo agrego valor, qué me motiva, qué debe incluir la cultura organizacional para sentir que calzo; y en base a ello, definir nuestro foco y la ruta a seguir para nuestro siguiente paso de carrera y el diseño de un plan de crecimiento. Tomar nuestro destino en las manos.